ciclo infinito




Suena el timbre.
-
¿¿Síííííííí?? ¿Qué necesita?
- No, estem... mirá... ¿no me regalarías un par de jazmines?
- Eh... bueno... (Mientras insulta por lo bajo y va hasta el jardín.)

La escena se repite desde fines de noviembre casi hasta marzo, porque el jazminero (o jazmín, como le quieran decir) que hay en el jardín de mi casa tienta a más de uno, que, cuando se animan, tocan timbre y piden (no meten la mano por la perra, je).
Y sí, a pesar del verano siempre algún jazmín queda por abrir y suelen llegar a marzo.

Durante un tiempo los
cobrábamos a un peso cada uno, lo que eliminaba a muchos que venían a pedir, pero ahora ya no, y le cortamos un par al que pida (si es que no caen en algún momento inoportuno, claro).
Así que ya saben, cuando quieran jazmines avisen, ¡¡pero a mi vecina, que también tiene!! A mí no me molesten.