Reconocimiento, cinco minutos de gloria, como le quieran decir.
Supongo que es algo que viene con la edad, esa necesidad de sentir que lo que uno hizo no fue en vano y que a alguien le importa.
Esa esa la idea que me queda después de charlar con algunas personas que se mueren por un mínimo de reconocimiento.
Sí, quizá es un poco triste, pero es un juego en el que uno se presta y se limita a escuchar mientras el otro emite su discurso (generalmente ya estudiado y repetido).
Al menos se sacan las ganas de decir lo que querían.
Me quedo pensando si yo también lo hago. Creo (creo) que no, pero si lo hago, perdón a todos los que me tienen que aguantar. Jeje.
Todos los caminos van a ninguna parte
-
Gran mentira repetida y que por desgaste se convierte en presión, esa de
que tenemos que saber hacia dónde estamos yendo. Tenemos que suponer que
estamo...