Todos los caminos van a ninguna parte
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Gran mentira repetida y que por desgaste se convierte en presión, esa de
que tenemos que saber hacia dónde estamos yendo. Tenemos que suponer que
estamo...
Este señor, un tanto amargo, era el que organizaba a los que subían a los autos. El flaco hacía su trabajo, pero igual, no era muy amigable.