Se vino el frío. De ahí la foto de la ventana de mi cuarto helada.
Estaba pensando en un libro que leí hace un tiempo, del que ya hablé acá. El asunto es que ahí se habla de un personaje, un tal Ferdinand Demara, que fue uno de los más grandes impostores que existieron.
El señor se hizo pasar por maestro, doctor en zoología, psicólogo, cura, ingeniero civil y hasta cirujano (incluso durante la guerra llegó a operar y no se le murió ningún paciente). Interesante la vida del señor, quizá más adeltante hable un poco más de él.
A lo que voy con todo lo anterior es que me encantaría tener la habilidad para pretender ser alguien más y que los demás no lo noten, o mejor aún: que se lo crean.
Jugar a ser inteligente por un rato, ser culto, o soberbio, o idiota, lo que no soy ahora.
Estaría divertido.
El asunto está, creo, en no avivar mucho. Cuanto menos habla uno más parece que es lo que pretende ser. La gente no es tan inteligente.